Con esta fábula podemos aprender con un mensaje tan simple el valor de la amistad y la importancia de ayudar a las demás personas.
La paloma y la hormiga
Obligada por la sed, una hormiga bajó a un arroyo; arrastrada por la corriente, se encontró a punto de morir ahogada.
Una paloma que se encontraba en una rama cercana observó la emergencia; desprendiendo del árbol una ramita, la arrojó a la corriente, montó encima a la hormiga y la salvó.
La hormiga, muy agradecida, aseguró a su nueva amiga que si tenía ocasión le devolvería el favor, aunque siendo tan pequeña no sabía cómo podría serle útil a la paloma.
Al poco tiempo, un cazador de pájaros se alistó para cazar a la paloma. La hormiga, que se encontraba cerca, al ver la emergencia lo picó en el talón haciéndole soltar su arma.
El instante fue aprovechado por la paloma para levantar el vuelo, y así la hormiga pudo devolver el favor a su amiga.
Moraleja: Se agradecido y corresponde a los favores que te hagan, pues seguro que alguna vez te hará falta algo.
fabula de esopo
Lina, la conejita desobediente
ResponderBorrarEn un lindo y florido bosquecito vivía una simpática familia de conejitos compuesta por papá conejo, mamá coneja y dos hermosos conejitos: Lina y Chiquitín.
Papá conejo se dedicaba a conseguir lo necesario para su linda familia: ropitas, zanahorias, lechugas,… En cambio, mamá coneja se encargaba de arreglar la casita, cuidar el hermoso jardín que la rodeaba y de educar y enseñar a sus dos preciosos hijitos.
Un día, mamá coneja al ver a sus dos hijitos ya grandes, decidió llevarlos a explorar el bosque, no sin antes darles muchas recomendaciones:
- No se alejen de mamá.
- No se entretengan con otros animalitos, pueden ser trampas de cazadores de conejos, que quieren atraparnos.
- No reciban comiditas de ningún extraño.
Lina y Chiquitín estaban ansiosos de que llegara la hora de partir e internarse en el bosque desde donde se oía el trinar de los alegres pajaritos, aunque también llegaba a sus oídos el rugir de feroces animales… pero no tenían miedo, porque iban con mamá.
Lina, con una linda pollerita rosada que la hacía más simpática que nunca, saltaba al son del vuelo de unas coloridas mariposas que daba más brillo a este lindo día.
Chiquitín hablaba con mamá coneja de los otros animalitos que había en el bosque… cuando de repente, cayeron en la cuenta de que Lina no estaba con ellos; pero para no alarmar a los otros habitantes decidieron buscarla ellos dos: en los agujeros de los árboles, entre las ramas, detrás de los arbustos,… pero nada.
Mamá coneja muy preocupada, pidió ayuda a los demás animalitos: ardillitas, pajaritos, monos, liebres, comadrejas, todos a buscar a Lina, pero sin resultado.
De repente se oyeron unos quejidos: "¡ay! ¡ay!" Corrieron hasta el arbusto y ¡oh, sorpresa! Era Lina quien se revolcaba de dolor… pues tenía una patita quebrada. Se había encontrado con un simpático monito, quien le quiso enseñar a subir a los árboles, saltar de una rama a otra; pero nuestra conejita-aprendíz no logró hacer las pirueta que hacía su heroico amiguito; siguió intentado pero con tan mala suerte que al querer trepar el árbol, cayó y se quebró la patita.
Lina, muy arrepentida de ésta nueva travesura, prometió escuchar más a los consejos de mamá y ser en adelante más obediente.
http://www.youtube.com/watch?v=DcGkUAbWAbQ
angie mira este cuento esta bonito
Borrarsi esta bonito bren gracias :)
BorrarEste cuento esta bonito
ResponderBorrarUna vez había un potro oscuro. Su nombre era Potro-Oscuro.
Siempre se llevaba a los niños y las niñas a la Gran Ciudad del Sueño.
Se les llevaba todas las noches. Todos los niños y las niñas querían montar sobre el Potro-Oscuro.
Una noche encontró a un niño. El niño dijo:
- Llévame, caballo pequeño, a la Gran-Ciudad-del-Sueño.
- ¡Monta! -dijo el Potro-Oscuro.
Montó el niño, y fueron galopando, galopando, galopando.
Pronto encontraron en el camino a una niña. La niña dijo:
- Llévame, caballo pequeño, a la Gran-Ciudad-del-Sueño.
- Monta a mi lado. -dijo el niño.
Montó la niña, y fueron galopando, galopando, galopando.
Pronto encontraron en el camino un perro blanco. El perro blanco dijo:
- ¡Guado, guado, guaguado! a la Gran-Ciudad-del-Sueño quiero ir montado.
- ¡Monta! -dijeron los niños.
Montó el perro blanco, y fueron galopando, galopando, galopando.
Pronto encontraron en el camino una gatita negra. La gatita negra dijo:
- ¡Miaumido, miaumido, miaumido! a la gran-Ciudad-del-Sueño quiero ir, que ya ha oscurecido.
- ¡Monta! -dijeron los niños y el perro blanco.
Montó la gatita negra, y fueron galopando, galopando, galopando.
Pronto encontraron en el camino una ardilla gris. La ardilla gris dijo:
- Llévenme ustedes, por favor, a la Gran-Ciudad-del-Sueño, donde no hay pena ni dolor.
- ¡Monta! -dijeron los niños, el perro blanco y la gatita negra.
Montó la ardilla gris, y fueron galopando, galopando, galopando.
Galopando y galopando, hicieron leguas y leguas de camino. Todos eran muy felices. Todos cantaban, y cantaban, y cantaban. El niño dijo:
- ¡Deprisa, deprisa!, Potro-Oscuro, ve más deprisa.
Pero el Potro-Oscuro no podía ir deprisa. El Potro-Oscuro iba despacio, despacio, despacio.
Había llegado a la Gran-Ciudad-del-Sueño. Los niños, el perro blanco, la gatita negra y la ardilla gris estaban dormidos.
Todos estaban dormidos al llegar el Potro-Oscuro a la Gran-Ciudad-del-Sueño